Santiago Cap 2:1-13 La parcialidad, un pecado terrible en el corazón del hombre

Justicia-martillo-libroHemos llegado al capítulo dos de la epístola de Santiago, aquí él va a tratar de una manera fuerte pero con amor el tema de la parcialidad que se vivía en aquel tiempo dentro de la iglesia pero que continúa siendo un problema hoy día, y podemos decir que es un muy grave problema ya que como lo veremos el acto de la parcialidad es una muestra de que quien hace así no ha experimentado la misericordia y la gracia de Dios que no hace acepción de personas.

Santiago 2:1-13

1 Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros? Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores. 10 Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos11 Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás.Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley. 12 Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad. 13 Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.

Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas: Santiago antes de iniciar el tema de la parcialidad comienza utilizando el término «hermanos míos», esto denota su deseo de traer a la mente de los destinatarios la relación familiar que debe existir entre los cristianos. Es una inconsistencia en la vida del creyente llamar hermanos a los demás y sin embargo realizar acepción de personas por cosas superficiales, por ello, también el autor dice que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas:

Levítico 19:15

No harás injusticia en el juicio, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande; con justicia juzgarás a tu prójimo.

Los judíos sabían muy bien que existía ley en contra del favoritismo y el juicio parcial por lo que no podían alegar desconocimiento, pero ellos se habían vuelto «oidores olvidadizos» algo que anteriormente Santiago ya había mencionado. La misma fe en el glorioso Señor Jesucristo debe hacer ver al creyente que no debe existir parcialidad. Jesucristo mismo es ejemplo de esto, Él nos reveló la gloria de Dios (Jn 1:14; Col 2:9; He 1:3), la gloria de Dios encarnada no tuvo jamás acepción de personas sino que enseñó lo contrario (Hch 10:34; Ro 2:11) y no estimando ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, se despojó a sí mismo tomando forma de siervo (v. Fil 2:6-8). Si nuestro Señor Jesucristo hubiese hecho acepción de personas jamás habría venido a la tierra, nada compatible hay entre la divinidad y la suprema santidad de Dios con el pecado y las tinieblas que habita en el corazón del hombre, mas Dios que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo (v. 2Co 4:6). Es así como podemos cantar:

Maravillosa gracia vino Jesús a dar,
Más alta que los cielos,
Más honda que la mar,
Más grande que mis culpas
Clavadas en la cruz
Es la maravillosa gracia de Jesús.

Maravillosa gracia nos es dada en Cristo Jesús, por lo tanto es nuestro deber también demostrar esa gracia y misericordia con nuestros hermanos sin caer en el pecado del favoritismo.

Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? Aquí vemos una dramatización que Santiago hace puntualmente de una de las formas en que se estaba reflejando la parcialidad en la iglesia. Era tal el favoritismo que se estaba dando hacia los ricos que en cada ocasión que llegaba alguno se le ofrecía inmediatamente lo mejor, se miraba con agrado al rico pero al pobre se le trataba de una forma completamente distinta. Los anillos de oro y la ropa brillante era de las formas en la que acostumbraban a vestir los ricos y era en base a esa apariencia externa que se estaba juzgando a las personas, es probable que hubiera algún tipo de «reservación» para los mejores asientos dentro de la iglesia tal como sucedía con los fariseos que gustaban de tomar los mejores asientos en las sinagogas creyéndose superiores a los demás y aunque exteriormente daban apariencia de «blancura», no eran más que «sepulcros blanqueados» (v. Mt 23:27-28). Esta misma actitud era la que Santiago amonestaba y deseaba evitar dentro del pueblo de Dios. Hemos todos los creyentes el tener sumo cuidado de no hacer favoritismo dentro de la iglesia y hacer distinción entre los hermanos, viniendo a ser así jueces con malos pensamientos que van en contra de la voluntad de Dios, la iglesia debe mostrarse diferente al mundo pecador que hace distinción según las clases sociales, favoreciendo al rico y oprimiendo al pobre, o bien pretendiendo que la apariencia externa sea siempre el reflejo del interior de los hombres.

Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? Una vez más Santiago demuestra su amor por los hermanos en la fe y a la vez enseña la forma en que deben ellos verse como «hermanos míos amados». El amor al prójimo puro aleja toda clase distinción, no da pie a favoritismos ni a juzgar con parcialidad e injustamente sino que mira al pobre y al rico de la misma manera y ama tanto al uno como al otro sin guardar preferencias. A continuación Santiago hace una pregunta retórica para demostrar el por qué no debían ellos rechazar a los pobres: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? Santiago tiene en mente las palabras de Jesús cuando en el sermón del monte dijo: Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios (Lc 6:20). Dios mismo muestra su compasión e interés por los pobres, Él les llama bienaventurados, pero en cambio los creyentes a los que Santiago se dirigía veían más bien a los ricos como bienaventurados. Se sabe que no es al hecho propiamente material al cual Dios se refiere a los pobres, sino a la pobreza espiritual pero ciertamente los pobres debido a sus limitaciones son quienes sienten mayor dependencia de Dios para todo mientras que muchas veces los ricos cegados por sus riquezas y al no sentir necesidad de nada difícilmente se acerquen a Dios (Mt 19:16-24). Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros? Es un pecado grave el que se comete cuando hacemos acepción de personas pues es ir totalmente en contra de la enseñanza y la práctica de vida cristiana. Los pobres a quienes había escogido Dios estaban siendo despreciados por sus hermanos y quienes hacían así afrentaban no solo al pobre sino a Dios mismo a quien debemos imitar y conducirnos según sus estatutos. Irónicamente los ricos a quienes ellos tenían en alta estimada son quienes tienden a ser sus opresores, las riquezas hacen que las personas tiendan a verse superiores a los demás por lo que desprecian a los pobres y hacen trato injusto con ellos, más adelante en el capítulo 5 de esta misma epístola Santiago escribió que estos ricos los oprimían no pagándoles el salario a sus trabajadores (Stg 5:4).

Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores. 10 Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. 11 Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley. Tal parece que estos lectores creían que estaban cumpliendo con la ley de Dios y sin embargo podían tener favoritismos, pero Santiago entonces amonesta esa actitud al hacerles entender que quien verdaderamente ama a Dios también amará al prójimo como a sí mismo; este es el segundo gran mandamiento en que se resume la Ley y así lo enseñó nuestro Señor (Mt 22:37-40). Los creyentes a los que Santiago se dirige se habían equivocado al creer que la Ley era una serie de mandamientos separados y no la estaban viendo como la unidad que realmente es. No se necesita quebrantar cada uno de los mandamientos para ser culpables de todos, sino que basta con romper uno solo y así ser transgresor de toda la Ley. La Ley de Dios demanda una obediencia perfecta por lo que romper uno solo de los mandamientos es romper con la unidad que mantienen entre sí. De la misma manera en que un cristal se rompe completamente si se golpea con un martillo desde cualquier punto, así mismo se hace culpable de toda la Ley al violentar uno solo de sus mandatos. Esto demuestra la incapacidad del hombre para cumplir a cabalidad la justicia que Dios demanda de los hombres, quienes piensan que pueden quebrantar algunos mandamientos pero cumplir otros más y aún así ser justificados, están terriblemente equivocados y corren serio peligro de pretender alcanzar salvación por obras cayendo así en un legalismo al mejor estilo fariseo. No se trata de pesar como en una balanza los pecados contra las «buenas obras» pretendiendo que Dios perdonará sus ofensas por lo que sí hagan bien, pensar así solo cabe en la mente de una persona que no haya comprendido la gracia de Dios.

12 Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad. 13 Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio. Esto es una exhortación a los lectores a guardar muy bien sus palabras y acciones sabiendo que cada uno será juzgado por la ley de la libertad (v. Stg 1:25; Ro 2:16). Quienes no demuestran misericordia con los débiles y necesitados y no dan muestra de sentir la misma compasión que Cristo tuvo por nosotros, evidencian que no han recibido realmente la grande gracia y misericordia del Salvador y el en el día del juicio sufrirán castigo y condenación eterna y no tendrán misericordia, por otro lado, aquellos que muestran compasión y misericordia, los que con diligencia atienden las disciplinas espirituales y buscan apasionadamente ejercitarse en la piedad santificando su vida en la Palabra revelada por Dios triunfarán en el día del juicio pues sus frutos son una evidencia genuina de haber recibido la misericordia de Dios sobre su vida, ellos han alcanzado misericordia (cp. Mt 5:7).

La vida cristiana es más que solo profesar de labios el cristianismo, este debe verse reflejado en cada pensamiento y acción de quienes lo profesan. El verdadero creyente no permitirá que su corazón se incline a juicios parciales y al favoritismo que hace distinción tan cruelmente entre los hermanos, debemos amar a cada hermano por igual sea rico o pobre, goce de abundancia o esté necesitado, tenga muchas cualidades o pocas, nuestro deber es ser cada vez más semejantes a Cristo y Él se entregó con misericordia para salvar a pecadores sin hacer acepciones. Qué bellas letras podemos entonar con corazón humillado al Padre Celestial:

Si fui motivo de dolor oh Cristo,
Si por mi causa el débil tropezó,
Si en tus pisadas caminar no quise,
Perdón te ruego, mi Señor y Dios.

Escucha, oh Dios,
mi confesión humilde,
Y líbrame de tentación sutil.
Preserva siempre
mi alma en tu rebaño
Perdón te ruego, mi Señor y Dios.

Si vana y fútil mi palabra ha sido,
Si al que sufría en su dolor dejé,
No me condenes Tú por mi pecado,
Perdón te ruego, mi Señor y Dios.


Nuestro buen Dios, ayúdanos a amarte más para así amar más a nuestro prójimo, que tu Espíritu nos ayude en nuestra debilidad y nos conceda vivir para tu gloria mostrando misericordia y gracia de la misma manera que Tú, Padre, la has tenido por nosotros y no permitas que nuestro corazón se vea inclinado a hacer acepción entre hermanos haciéndonos jueces con malos pensamientos. Amén! 

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5 respuestas a Santiago Cap 2:1-13 La parcialidad, un pecado terrible en el corazón del hombre

  1. Moises castellanos dijo:

    Bendiciones mi hermano me a sido de mucha bendición tu reflexión del capitulo 2 de Santiago y te pido permiso mi hermano para poder compartirlo con la iglesia que Dios a puesto en mi ministerio como pastor. Creo que será de bendición
    para ellos adelante y que Dios te bendiga y siga usando

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  2. Pingback: Santiago Cap 2:14-26: Consecuencias de la fe verdadera en la vida del creyente | Cautivo a la Verdad

  3. lester7cr dijo:

    Muy bueno. Bendiciones mi hermano.

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